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portadas del jueves

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Esta es la portada censurada (¡ah! ¿pero en España sigue habiendo censura?) del jueves y la rectificación.

Soy una chica cómoda

 

Diálogo de Cecilia Roth (con Eusebio Poncela) en Martin Hache, película genial donde las haya, entre este diálogo, el de Dante diciendo que hay que follar con las mentes (el del vídeo de youtube, más que recomendado), y la lista de cosas por las que merece la pena vivir, que la haré un día de éstos, está en mis favoritas, cada cierto tiempo la tengo que volver a ver, un día de éstos me toca el hijo de la novia.

“Dante: … puede que las cosas no sean como tú las ves, es posible que él no lo sepa, pero está contigo y si está contigo es por que te quiere

Alicia: o porque no le molesto, yo soy el tipo de chica que a los hombres les resulta cómoda, no soy fea, tengo el sí fácil, el orgasmo todavía más fácil, soy sensual, apasionada, simpática, nada celosa, cuando estoy con un tío acepto lo que me da, no exijo imposibles, cuando las cosas se pudren él se va o yo me voy pero sin escándalos, moderna y pragmática, o sea ¡una pelotuda!”

Me identifico bastante con lo que dice Alicia, la verdad.

Malena

Es mi libro favorito, no había visto la película porque me parecía que no podía entrar todo el libro en ella, y yo del libro no quitaría una sola palabra, pero he conocido a una chica que también tenía el de Malena como su libro favorito y me ha dejado la película y tengo que reconocer que no me ha decepcionado… porque no esperaba gran cosa de ella.

Me gusta la actriz elegida para Malena, Ariadna Gil, tiene carácter, pero si no hubiese leído el libro me hubiese parecido Fernando un chulo y Agustín otro. A mí me gustan los chulos, en el sentido que me gusta la gente segura, la gente que sabe lo que hace, y por qué lo hace, porque quiere. Que no necesitan ponerse excusas ni más límites que los del respeto al prójimo, pero que no pasan por el qué dirán ni por el qué pasará luego, luego… ya veremos, de momento disfrutamos de lo que tenemos. Me encanta el Agustín del libro, el de la película es un pasota. Odio al Santiago del libro, el de la película no es tan pasivo ni tan “sensible”.

En la película Magda no es nadie, ni el abuelo tampoco, ni su padre, ni siquiera aparece el tío Tomás, ni la abuela roja, en la película no se entiende porqué Malena es como es, ni porqué quiere a Reina de esa manera, ni siquiera se aprecia bien cómo es Reina, aparte de un poco falsa.

En la película faltan muchas de las traiciones de Reina,  los argumentos de Reina que convencen a Malena de dejar a Agustín, los que hacen que Malena se convenza para querer a Santiago, los que hacen que siga adelante con su embarazo, falta la complicidad con Fernando, falta que Reina es la niña perfecta, la hija perfecta, la nieta perfecta, mientras que Malena es todo lo contrario, faltan los motivos por los que Malena no quiere ser una niña, por los que cree que sería mejor que fuese un niño.

Yo no veo en la película que Malena sea una mujer fuerte, sólo veo que es ingenua y caprichosa, no veo que Fernando quiera a Malena, ni que Malena esté orgullosa de haber querido a alguien como él, un chulo. Ni siquiera intuyo que su familia está marcada, además de por la sangre de Rodrigo, por las “santas” como su abuela materna.

Y lo más importante de todo, no veo a Malena enamorada, no la veo como alguien desgarrado que no entiende porqué alguien la desprecia así si la quería, sólo veo a alguien de quien se han aprovechado y le han fastidiado su amor de verano.

No me atrevo a decir si la película es mala o buena, porque ya he leído el libro y he entendido y sobreentendido demasiadas cosas, lo único que sé es que el libro es demasiado bueno y complejo como para que se pueda hacer una película con su resumen.  

 

- Llevo muchos años con Germán, no es una relación convencional, pero es… perfecta en muchas cosas. Él hace su vida y yo la mía, pero tenemos un territorio común, un lugar donde hablar, donde contarnos las cosas que pensamos, que sentimos. Estoy enamorada de él, Malena, es la primera vez que me pasa desde que soy adulta. Nos entendemos tan bien que cuando hacemos el amor ni siquiera necesitamos las palabras…

- Deja de decir cursiladas, Reina, por favor.

- ¡no son cursiladas! – chillaba más fuerte de lo que yo había llegado a hacerlo antes, y ya no lloraba, porque mi comentario la había puesto furiosa.- ¡es la verdad! Lo que pasa es que tú no lo entiendes porque nunca has tenido un rollo con un tío así.

- Sensible- dije, con una sonrisa de circunstancias, como si presintiera que ella nunca querría captar mi ironía.

- ¡sí!- gritó ella- Exactamente eso. ¡Sensible!

-  no… - asentí, haciendo los cuernos con la mano derecha y buscando desesperadamente algo de madera que no tuviera patas-. Nunca me he liado con un tío sensible, ni falta que hace…

Tuve que levantarme (…) y sólo después de haber sentido que las yemas de los dedos empezaban a desgastárseme de tanto frotarla terminé de explicarme.

- Bastante tengo con haberme casado con uno. 

Santiago había escogido esa misma palabra, sensible, para definirse a sí mismo al final del más tortuoso y doliente de loe monólogos que jamás me dedicara, cuando una noche se negó a esperar el final del último acto, y apagó la luz, y me dio la espalda.

- Malena, yo… no sé como explicártelo pero me molesta mucho… No, no quería decir eso, no me molesta sino que me preocupa, me preocupa mucho esta costumbre tuya de no… terminar al mismo tiempo que yo. Ya me imagino que no lo haces aposta, pero creo que  todo saldría mejor si pusieras algo… algo más de tu parte, no sé, quiero decir que esto, verte así, es muy descorazonador para mí, no me siento bien, y ya sé que no es culpar mía, ni tuya, todo eso, pero… al principio era distinto, ¿no? Llegábamos a la vez muchas veces, yo… Yo soy un hombre, Malena, una persona sensible pero también un hombre, y todo esto es muy dolorosos para mí.

Cuando terminó, mi cuerpo pesaba tanto como si mis venas estuvieran rellenas de plomo fundido, un metal mate, sin brillo, que hubiera disuelto mi sangre al principio, mientras aún era un torrente de fuego fangoso y grisáceo, para enfriarse luego, muy despacio, en mi interior. Sentí que estaba horadando el colchón, hundiéndome en su detestable blandura, los muelles aplastados, comprimidos, triturados por mi peso, pero me levanté sin dificultad, y caminé con naturalidad hasta el baño, abrí la puerta, me senté sobre la tapa del retrete, apoyé los codos en las rodillas y me asombré de no experimentar ninguna vergüenza, como si hasta el plazo para la vergüenza hubiera expirado ya. Entonces calculé que Fernando habría cumplido treinta años, e intenté imaginármelo, imaginar su vida, cómo iría vestido, dónde trabajaría, qué moto conduciría, cómo follaría su mujer ahora, en Berlín, sabía que vivía allí, por fin hacía aviones, que estaba casado y que tenía una hija, pensaba en él muchas veces, para convencerme de que él también pensaba en mí, de que tenía que pensar en mí de vez en cuando, y me sentaba bien aquella fantasía, pero aquella noche, encerrada en el baño, intenté convencerme deque seguramente Fernando no sería ahora muy distinto de Santiago, o de Ernesto, de la mayoría de los tíos que yo conocía, los hombres con los que me relacionaba en el trabajo, mis alumnos, los amigos de mi marido y los maridos de mis amigas, mucho manso, como le había oído anunciar a sus acompañantes una cuarentona lustrosa, guapa de cara, con la que me había tropezado un par de meses antes en la puerta de un bar, si queréis entramos, pero no hay nada que hacer, miradlos, todos mansos.

Me di cuenta de que había empezado a llorar porque los ojos me picaban. Por mucho que me esforzara en imaginarlo, sabía que Fernando nunca sería un manso, y  por eso las lágrimas resbalaban obedientes, acariciando con un gesto tibio mi barbilla. En aquél instante sospeché que tal vez era una privilegiada, que llorar por un hombre como Fernando era un privilegio, y me sentí orgullosa de mi dolor, contemplé con soberbia mis heridas, toda la sangre que había derramado para seguir teniendo el cuerpo lleno de sangre, y ya no compadecí más a mi madre, ni volví a compadecerme más a mí misma. A cambio, mientras Reina me hablaba de la calidad de los hombres sensibles, me compadecí profundamente de ella, como no lo había hecho desde que ambas habíamos dejado de ser  niñas.

(...) Entonces comprendí que el sexo no es mas que la patria, la belleza o la estatura. Puro accidente.

(…)  sólo entonces descubrí que ser una mujer es tener piel de mujer, dos cromosomas X y la capacidad de concebir y alimentar a las crías que engendra el macho de la especia. Y nada más, porque todo lo demás es cultura. 

Almudena Grandes, Malena es un nombre de tango,  fábula, tusquets, pág 392-394. 

la televisión

Había una tira de Mafalda en la que ella quería tener una tele pero sus padres no se la querían comprar, y en el colegio se reían de ella por no tenerla, y llega un capítulo en que le dice su padre que no tener tele no es ser un bicho raro, y ella contesta que no, que es ser idiota.

Pues yo debo de ser muy idiota, porque no tengo televisión y porque encima no me da la gana de tenerla. He vivido ya 4 años sin televisor y no lo echaba para nada de menos, eso sí, el año del 11M me alegré de haberla tenido. Por lo demás sólo me ha servido para perder el tiempo.

Me gusta mucho leer el periódico y enterarme de cómo va el mundo, pese a que este año no lo haya hecho mucho, pero no me gusta mucho ver las noticias en la tele, para que me pongan 20 minutos de deportes, o de la vida de la folclórica a la que le toque ese año y no pueda saltarme esas páginas.

Reconozco que hay programas de la tele que me gustan, una minoría, pero alguno hay, pero también reconozco que, en general, la utilizo para llenar vacíos. Es un aparato que emite no se cuántas imágenes por segundo, en color y con sonido, con lo cual te impide pensar en nada más, en cuanto la ves te atontas, cuando yo la veía me enganchaba a ella, llegaba cansadísima de estudiar, o de currar, y la enchufaba para no pensar en nada, y me podía quedar allí horas, hasta que llegaba Crónicas Marcianas, que siempre me ha dado una vergüenza ajena increíble y me hacía sentir muy incómoda, hasta el punto de no poder seguir viéndolo, así que ése era el momento de apagarla e irme a la cama.

Resultado: me atontaba tanto que no me daba tiempo a repasar brevemente mi jornada, para hacer balance, de lo bueno y lo malo, lo que me había quedado sin hacer o mis planes para el día siguiente. Me enganchaba y me quedaba frente a ella más rato del que me hubiese gustado, con la consiguiente pérdida de horas de sueño y de tiempo de ocio.

La odio también porque mi hermana delante de la televisión es una persona sin vista, sin oído y sin cerebro, da igual lo que le tengas que decir porque no escucha. Pero sobre todo la odio porque la excusa que más me molesta un sábado, o incluso un domingo de cañas, es la de: " es que me iba a quedar viendo la tele, y me da una pereza salir..."

un regalito

Como ya puedo poner vídeos (gracias a Coquí y a sus EQ) os voy a poner 2 de mis favoritos. El primero es de Bruce Springsteen, el rock es mi música favorita y como tal no podía faltar, la canción es también de mis favoritas, de un concierto de hace tiempo, pero es que el tío es increíble en concierto, todo un espectáculo que se lo recomiendo a cualquiera que el guste el rock.

El segundo es uno de mis recientes descubrimientos, hace como un año que lo descubrí y me tienen enganchada, Scissor Sisters, ya me diréis qué os parece.

 

Martín (Hache)

Martín (Hache)

Más de pelis, porque el otro día estuve viendo un trocito de la película de Martín Hache, que ya la he visto como 3 veces, por lo menos, y me puse de la mitad al final. Es una de mis películas favoritas, la verdad es que me gusta mucho el cine argentino, las películas con Federico Luppi, o Héctor Alterio, que muchas veces tienen como protagonista a una pareja o grupillo de rojos idealistas que han ido perdiendo sus ideales.

En ésta hablan de las drogas, del amor, del sexo, de la vida o la muerte. Me encanta Cecilia Roth, que además aquí lo hace genial. Y me gusta Eusebio Poncela, en el papel de Dante, un bisexual drogadicto, el más irónico y mordaz de la película, que me enganchó del todo con este diálogo:

Hache: - sos activo o pasivo

Dante - esas cosas a ti no te importan, no seas indiscreto

H: - desde chico, desde que más o menos supe que eras gay o algo así, siempre quise saberlo, pero si te importa no me lo digas

D: - Cuando un hombre se mete en la cama con otro hombre para hacer el amor es igual que con una mujer, haces todo lo que te da placer, haces, y dejas hacer.
H: - ¿Te gustan más los hombres que las mujeres?
D: - ¿En general dices? Nooo… de que sexo sea en realidad me da igual, es lo que menos me importa, me puede gustar un hombre tanto como una mujer, el placer no esta en follar, es igual que con las drogas. A mí no me atrae un buen culo, un par de tetas o una polla así de gorda, bueno, no es que no me atraigan, claro que me atraen, me encantan, pero no me seducen, me seducen las mentes, me seduce la inteligencia, me seduce una cara y un cuerpo cuando veo que hay una mente que los mueve que vale la pena conocer, conocer, poseer, dominar, admirar… La mente, Hache, yo hago el amor con las mentes, ¡hay que follarse a las mentes!

sólo una frase

hoy no me apetece pensar mucho y andar desgranando mis ideas, así que aquí dejo una frase que describe porqué siempre tenemos problemas con las generaciones anteriores a la nuestra, y por que para ellos siempre seremos esa juventud que tan desencaminada está.

Me acuerdo de baños en el agua dulce de los lagos, o en el agua salobre de los estuarios a la aurora, de las huellas de nuestros pies idénticos en la arena, y rápidamente destruidas por la succión profunda del mar; de siestas en el heno donde discutíamos los problemas de la época, masticando, indiferentemente, tabaco o briznas de hierba, seguros de hacer mucho mejor que nuestros antepasados, y sin sospechar siquiera que solamente estábamos reservados para catástrofes y locuras diferentes.

Marguerite de Yourcenar, El golpe de gracia

cuando cae la noche

Acabo de ver la película de cuando cae la noche (when the night is falling) y me ha encantado. Me encantan las historias de mujeres, y más las de mujeres que aman mujeres. No ha habido ningún chico, ni ninguna peli con una pareja heterosexual que me haga sentir así de dulce. A veces pienso que por qué no me hago lesbiana del todo, pero eso no es algo que se pueda decidir, me gustan los chicos, siempre me han gustado, no tengo experiencias demasiado traumáticas como para que me dejen de gustar, sin embargo... si veo a una mujer luchando y defendiendo sus ideas me encanta, si la oigo explicar su visión del mundo también, y si veo a dos mujeres juntas lo veo todo dulce, y lo adoro. Me parece que el cuerpo de una mujer es precioso, es suave, es acogedor...

Y además la película ha estado genial, no he podido parar de verla, me ha encantado. No puedo describir muy bien porqué, no entiendo de cine, pero me ha enganchado la historia de las protagonistas, el darse cuenta de otras cosas de la vida, las imágenes, la forma de pasar las cosas. Va a convertirse en una de mis pelis favoritas.

Este año estoy sacando demasiado mi vena cultural, con los idiomas, con el turismo, con todo lo que leo y todas las películas que veo, y además he vuelto a escribir, que, aunque nunca haya parado, nunca he escrito tanto como últimamente, y me gusta, el pararme a pensar sobre las cosas y obligarme a definirlas. Desde que entré en la carrera empecé a perder el saber cómo expresarme, no me salían las palabras que quería poner, ni cómo escribir las cosas para que sonase bonito, o triste, o lo que fuese, y ahora me gusta darme cuenta de que sí me voy sintiendo más capaz. Veo que de vez en cuando hago alguna falta de ortografía, o de gramática, que hace años no hubiese hecho, pero sé como decir lo que quiero contar, que he estado tiempo sin poderlo hacer.

Y ayer me compré la espuma de los días y un libro de Marguerite Yourcenar, que estoy deseando leer, eso sí, después de los exámenes.