decisiones
Summer of 69, Bryan Adams
En la vida hay tantas cosas por decidir, desde la ropa a ponerse, pasando por maquillaje sí, maquillaje no, o si quieres salir con alguien o prefieres estar sola, o si vas a coger ese guante que te ha lanzado tu madre y te vas a poner a discutir o lo vas a ignorar, hasta llegar a qué carrera escoger.
Yo siempre digo que no me arrepiento de (casi) nada, no porque no me equivoque nunca, que lo hago, y muchas veces, sino porque cuando tomo una decisión, y luego veo que era la errónea y debería de haber tomado otra, recuerdo porqué decidí eso y tenía mis motivos, así que sé que, de dar marcha atrás el tiempo y poder volver a decidir (sin conocer el futuro, claro), seguiría escogiendo lo mismo, porque tenía mis motivos.
Pero hay dos cosas con las que no, el novio celoso a quien tenía que haber dejado desde el principio y no lo hice porque todo el mundo me decía lo muuuuucho que me quería en vez de decirme que lo muuucho que me acosaba, y la carrera que estoy haciendo.
La primera decisión no estuvo tan mal (sí, sí lo estuvo, pero antes muerta que reconocer que parte de la culpa de no seguir con el chico de la carta anterior fue mía, es mejor culpar al destino, que, al fin y al cabo, su parte de culpa también tenía), yo necesitaba salir con alguien así en esos momentos para poder volver a mi vida de rollos desenfrenados con más ganas, pero sabiendo más. Me jodió en muchas cosas mi vida, pero ahora sé que gilipollas así no me voy a volver a encontrar, lo cual no deja de ser un gran avance.
La segunda fue un error, del principio al final, y el mayor error es que ni siquiera fue mi decisión. Yo quería estudiar psicología pero mis padres son de los que piensan que las carreras de ciencias y técnicas son las más útiles y las que más dinero te van a dar, y cometieron el error de pensar que si eras inteligente era la carrera que debías escoger. Como a mí se me daban bien las matemáticas y las físicas (aunque también se me diesen bien la historia, la literatura y cualquier lengua o idioma) tenía que estudiar una ingeniería. Aprovecharon una de mis fantasías de pequeña, deformándola, para convencerme de que era lo que yo quería hacer. Me dijeron que en otras carreras no había trabajo, y yo, como siempre estaba oyendo hablar del paro por la televisión, me lo creí.
Cuando 3 años más tarde empezaba a estar destrozada y quise irme de la carrera no me dejaron. Cuando dije que la ilusión de mi vida, puestos a hacerse ilusiones, no tenía nada que ver con la tecnologían ni la ciencia, no era ganar un nobel, sino estar en un sillón de la RAE y ser escritora, y no me gustaba lo que estaba estudiando, me dijeron que yo vivía en un mundo imaginario por culpa de haber leído mucho, y nunca se pararon a pensar que si yo seguí su consejo y escogí esta carrera fue porque me animaron a creer en el mundo imaginario en que yo vivía, no con 20 años, sino con 10.
De mi carrera me gustan muchas cosas, pero igual que me gusta saberme la historia de un país cualquiera, o saber más de literatura, y mucho menos que aprender idiomas o leer cualquier artículo de psicología. Mi problema fue que me gustaban muchas cosas, entre ellas las matemáticas y la física, algo a lo que mi carrera, finalmente, no se parece demasiado.
Supongo que soy lo que se define como "una persona de ciencias" mirándolo todo con el lado de la lógica, hasta los idiomas los aprendo mirándolos así, como nos dijo ayer la profesora de alemán a unos cuantos, pero estudiando esto me falta una pierna, la de las letras.
Los motivos por los que me quedaba en mi escuela, aparte de por no pelear demasiado con mis padres, fueron el no dar mi brazo a torcer y reconocer que me había salido mal, que no valía, que no era tan inteligente como pretendía, y también que, realmente, mis dos primeros años, me había ido muy bien en una carrera en la que el 50% abandonaba.
Pero en mi quinto año, tras llevar 4 días llorando sin parar, me fui a casa de mis padres y no me presenté a un examen. Les dije que me iba, que dejaba mi carrera, que estaba harta, que si el único motivo que tenía para seguir era el orgullo pues me lo tragaba. Lo aceptaron, no sin un poco de dificultad, pero con mucha menos de la que yo esperaba. También llevaban muchos años viéndome mal y yo ya llevaba un montón de enfermedades psicosomáticas.
Dejé mi carrera y me puse a trabajar mientras miraba las opciones para hacer lo que yo de verdad quería hacer, psicología, pero preferí dejarlo de lado ya que no quería juntarme con gente que estuviese entrando a la universidad con ilusiones estando yo tan quemada y sintiéndome tan mayor. Decidí que aprovechando que tenía aprobado el primer ciclo de mi carrera me metería a un ciclo superior, al de Traducción e Interpretación, y me encantaba sólo la idea de pensarlo.
Pero me ofrecieron la oportunidad de estudiar un año de mi carrera fuera de España, me lo pensé y escogí irme, practicar idiomas pero fuera de aquí, seguir por mi orgullo pero sin pisar mi escuela, y no sé si hice bien, pero no estoy descontenta (pero estoy segura de que habíendola dejado tampoco lo estaría)
Ahora tengo miedo de no saber quitarme este estrés de encima tras llevar 5 años viviendo con él. Y sobre todo, tengo miedo de no atreverme a empezar otra carrera cuando acabe ésta, de conformarme así sabiendo que ésta no me llena, no me ha llenado, y casi seguro que no me llenará nunca. La gente me decía que igual me arrepentía si la dejaba, que igual me quedaba el gusanillo de no haberla acabado, ahora tengo el gusanillo de no haber empezado otra, de haber sido cobarde, y tengo miedo de seguir siendo cobarde y no empezarla nunca.
Desgraciadamente, siempre nos quedará algún miedo, y siempre habrá alguna cosa que no podremos hacer y alguna en la que nos equivocaremos, pero continuar cometiendo el error es peor aún, siempre se está a tiempo de cambiar la vida, si de verdad se quiere, sólo hace falta echarle valor, y no pensar que el siguiente camino va a ser de rosas sin espinas.
9 comentarios
vanadis -
Aran -
Anónimo -
Cada uno tiene que hacer lo que le dicte si corazón, y no lo que los demás le aconsejen.
estrella fugaz -
Pikifiore: a mí al principio no me disgustaba, ha ido empeorando con el tiempo.
Rake: sí, la espinita se me va a quedar, pero cuando acabe esta carrera empiezo con Psicología.
Cora: estoy quemada porque mi carrera no me gusta demasiado, y por lo menos no tanto como para estar 7 años estudiándola, y hay otras que me gustan mucho más. Lo de estar más o menos quemada depende de si los exámenes están cerca o no, pero, hoy por hoy, gustar no me gusta en ningún momento del año.
gosa: ¿pero por qué los padres se creen con derecho a saber mejor que yo lo que yo quiero? en fin, todo un tema sobre el que tenía un post escrito... que se ha perdido por los intrincados caminos de Blogia.
la gosa roja -
Cora -
Sólo tú puedes saber si lo que te pasa con tu carrera es que ahora mismo estás algo quemada porque no avanzas lo rápido que querías, o si realmente sabes que no te gusta lo que estudias y no te gustan las salidas profesionales que te ofrecen. Y si es esto último, no veo nada malo en que lo dejes y empieces otra carrera. Tu vida es tuya, y los demás pueden opinar lo que quieran, pero eres tú la que vas a tener que dedicarte a una profesión hasta los 65, así que qué menos que tener el derecho de escoger a qué te vas a dedicar.
Por cierto, a mí también me quedó la espinita de estudiar Psicología. Quién sabe, igual cuando acabe Filo Inglesa sufro otra crisis existencial y me acabo matriculando :)
Rake -
Animo, y a x todas
Pikifiore -
En lo de la carrera,más o menos te entiendo,mis padres también decidieron por mí,y no es que me apasionara lo que hice,pero al final no me ha salido mal y le cogi incluso gusto.Soy muy muy de letras.Con respecto a empezar otra carrera,nunca es tarde,si el fin es enriquecerte.Tengo una amiga q acaba de empezar psicologia tras pasar por informática y está feliz.
Un beso
Rubí -