Blogia
pide un deseo

cualquier tiempo pasado

intentando dar marcha atrás

Acabo de recibir tu mensaje, es muy bonito, tierno y gracioso a la vez. Diría que me gustó, pero me dejó un regusto demasiado amargo; el mensaje podría haber sido más que bonito, podría haber sido perfecto, pero le fallaba la fecha.

Si ese mensaje me hubiese llegado en Julio, durante mis vacaciones, hubiese sido genial leerlo justo antes de irse a dormir, con la esperanza de soñar con él, contigo.

Si ese mensaje me hubiese llegado hace un par de meses lo hubiese atesorado para leerlo durante unos cuantos días cada vez que quisiese sonreír.

Si hubiese sido en Navidades me hubiese dado calor en las frías noches de la ciudad de mis padres.

¿Pero hoy? Hoy sólo ha podido darme pena, porque me ha demostrado que todas esas cosas que me hacían tanta ilusión y que nunca me habías dado, han dejado de hacérmela, han desaparecido, se han esfumado, tu mensaje ha llegado tarde.

Y me harán ilusión otros mensajes, otros correos, otros detalles, otros mimos y otros besos, pero ya no serán los tuyos.

No sé si es posible, desde este punto, dar marcha atrás hasta que me vuelvan a ilusionar los tuyos.

los ex y los celos

El otro día tenía mil llamadas de un número desconocido en el móvil, tuve que buscar de quién era ese número porque lo había borrado de la tarjeta porque tenía una agenda inmensa que me aburría de recorrer cada vez que buscaba un número. Lo encontré, y resultó que era el de un ex mío con el que estuve en el instituto y con el que guardo muy buena relación pero que simplemente se había ido a vivir a otra ciudad, y al que no creí que fuese a volver a ver muy a menudo.

Este chico es una de las personas con las que más me he compenetrado, y eso pese a ser de clases sociales, de razas, y de ideas muy distintas. Después de irme a Madrid cuando volvía a la ciudad de mis padres en vacaciones me sentía muy incómoda, sentía que yo había cambiado pese a seguir siendo la misma y que la gente que se había quedado allí no, que pensaban que yo era distinta y era una infiltrada en mis grupos de antes, que nadie conocía muchas cosas de mí que gente que me conocía desde hacía un año sí que sabía. Pues al único al que se lo conté todo, y del que nunca tuve ninguna duda de que lo fuese a entender, fue a él. Y, pese a ser el más distinto a mí, el que menos oportunidades había tenido de salir fuera, de cambiar de mundo, lo entendió todo perfectamente, y nunca me dijo que había cambiado mucho, como me dijeron muchas personas.

Nos entendíamos genial, nos llevábamos mejor, teníamos mucha confianza en el otro, como para contarle cualquier cosa, y además, es la única persona tan poco celosa como yo que he conocido. Los dos sabíamos que por separado ligábamos mucho.... si queríamos, pero los dos sabíamos que si estábamos juntos era por algo, y que no íbamos a irnos con otro, por lo menos, no sin avisar. Hubo dos anécdotas muy curiosas en este sentido:

La primera es que cuando empezamos a salir me contó un día que una de sus ex, de la que había estado enamorado (sabíamos que nosotros dos no lo estábamos ni lo estaríamos nunca) le había escrito una carta, no me contó más y yo no pregunté. Pero yo sabía (suponía y estaba segura) que la chica se la había escrito porque se había enterado de que había vuelto conmigo (no sé porqué todas sus novias me consideran peligrosa) y con intención de volver con él para dejarle tirado, como ya había hecho. De todo esto, a mí lo único que me preocupaba de que volviese con ella era volverle a ver como cuando lo dejaron, con lo alegre que es y se le notaba a distancia que lo estaba pasando fatal. Seguí sin preguntar nada, él no me lo contó, y yo nunca me preocupé por ello. Meses más tarde me contó esta historia, tal y como yo la había imaginado, y me dijo que no quería volver con ella porque sabía que lo estaba haciendo sólo por estar conmigo, y que en realidad ella no quería salir con él, y le iba a volver a dejar. Le dije que ya lo sabía que me lo imaginaba, y no pasó nada, él me cuenta lo que quiere, yo a él también, pero sabemos que lo nuestro es fuerte.

La segunda historia fue poco después, también de cuando estábamos saliendo. Había un chico en mi instituto detrás de mí, que no  me gustaba demasiado, y una noche me lo encontré por ahí y me llegó todo serio a decirme algo que igual me iba a doler, que mi novio me estaba poniendo los cuernos, que le había visto con una chica el día anterior, cuando yo ya me había ido a casa, en la discoteca. Yo me eché a reír, y ni me lo creí. Cuando unas horas más tarde me encontré con mi novio sí que le pregunté sobre eso, pero me empezó a contar con quién estuvo esa noche (una amiga suya, que era amiga de otra ex) no quise oír más, pese a que sí que me contó algo más de la historia. Yo sabía que estaba con una amiga, que era muy cariñoso, pero que no me iba a engañar, sin decírmelo. El otro tío todavía vino un par de veces a preguntarme si no lo había dejado con él porque me pusiese los cuernos, y me volvía a dar la risa, sería gilipollas...

Y es que yo confiaba mucho en este chico, sabía que si estaba conmigo era porque quería, y no por estar con alguien, que solo estaba perfectamente. Sabía que si se quería enrollar con más gente me lo diría y no habría ningún problema por parte de los dos, porque ya habíamos estado mucho tiempo así, liándonos nosotros y contándonos nuestras aventuras con los demás, así que lo que menos me iba a imaginar era que estuviese con otras sin decírmelo. Sabía que si habíamos decidido salir juntos era porque para una temporada por lo menos, nos iba a bastar con estar juntos, sin nadie más, pero que si aparecía alguien los dos lo íbamos a entender. Y nunca me sentí imbécil por confiar en él, ni me lo parece ahora tampoco.

Ahora vive con la novia, y es una tía a la que yo no conocía de nada hasta que un día que quedamos los dos para vernos, con más gente, la tía se autoinvitó y vino con nosotros para estar con una cara de enfado continua y sin hablar más que para soltarme un par de borderías a lo largo de la tarde, que me sentí obligada a ignorar porque ya estaba tenso el ambiente, como para andarle echando más leña. Al final consiguió lo que ella no quería, que quedásemos él y yo a solas, porque al día siguiente vino él a buscarme a casa, a charlar, y a pedirme perdón por haber tenido que soportar así a su novia.

Pues hace un par de días me llamó para decirme que vuelve a vivir en nuestra ciudad, y que si nos veíamos. Le dije que no me trajese a la novia, o por lo menos que no me la trajese enfadada, que no estoy yo de humor para aguantar tonterías, que seguro que tal y como estoy últimamente la contesto, y a ver si al final acabamos mal, que la gente de mi ciudad es muy bruta y casi todo se arregla con peleas (espero que a partir de los 20 esto ya no sea así), y me dijo que no, que si venía iba a venir de mal humor, así que vendría él solo.

Y yo no entiendo como alguien puede dudar de este chico, yo es lo último que hubiese hecho, vamos, que tuve oportunidades para desconfiar de él y jamás se me ocurrió. Y es más, que si dudo de la fidelidad de alguien, pero se la exijo, no salgo con él. Pero por eso yo no dudaba de él, porque yo no le exigía nada, porque los dos éramos conscientes de que eso se podía acabar, por parte de uno o de los dos, y aprovechábamos el momento, porque al no pedirnos nada sabíamos que el otro nos iba a contar sus dudas y sus problemas. Sabíamos que si el otro se quería liar con alguien no se lo íbamos a impedir, de hecho sabíamos que podíamos continuar juntos tras una historia así. Y de esta manera ninguno de los dos tuvimos nunca miedo de los cuernos. Yo, pese a no dudar de ninguno de mis novios, no he vuelto a tener una historia así de confiada por las dos partes con casi nadie más, y por lo que veo de él y de su novia, él tampoco ha vuelto a tener esa suerte.

querido G.A.:

querido G.A.:

¿qué tal estás? Imagino que muy bien, con tu trabajo, tu vida en pareja, en resumen, tu vida, como la de tantos millones, la estabilidad tan deseada y que tanta gente quiere y envidia.

Yo estoy también bien, no tengo ninguna de esas cosas, pero, a pesar de ello (o quizás también gracias) soy muy feliz, con mi vida, mis amigos, y mis juergas de fin de semana.

Te escribía para agradecerte en todo lo que me has ayudado tras nuestra ruptura, para agradecerte que hayas cambiado tanto que me resulta muy fácil decir por qué creo que el amor no dura eternamente. Cuando lo dejamos porque la chispa se acabó sabía que no pensaba que había sido un error dejarlo, pero bueno, siempre hay gente ahí compadeciéndote por estar sola, porque tu relación no funcionó, porque ellos llevan aaaaños, en parejas taaaaan felices y que se quiere taaaanto, que a veces te hacen dudar si has hecho lo correcto, o si lo correcto es aguantar en una relación aunque ya no sea como al principio porque, claro, las cosas se calman y las relaciones se tranquilizan. Pero que se tranqulicen tanto como para que yo estuviese pidiendo ayuda a gritos y tú no los oyeses porque estabas muy ocupado no me parece normal.

Y hoy te veo con tu novia, esa chica que me cae muy bien, que ha cambiado tanto su forma de pensar, que se ha rebelado contra casi todo lo que le enseñaron, y la admiro mucho, pero veo que tú te has convertido en otro persona, que ya no eras el chico a quien no convenció su educación, e intentaba cambiar el mundo. Y ahora te veo y veo a cualquier señor mayor de la edad de nuestros padres, que llega a casa, a mesa puesta y comida caliente, para ponerse a ver la tele al acabar de cenar dejando aún los platos sobre la mesa, y veo como ella recoje los platos y comenta que es imposible hacer que cumplas con tus tareas domésticas, mientras ella las hace todas, algo contra lo que todavía no se ha rebelado, se ve que encontró que esas enseñanzas de su madre eran ciertas, a los hombres se les conquista por el estómago, así que a hacer tú la comida, niña.

Y no sé si ya eras así antes, cuando estabas conmigo, pero simplemente lo disimulabas sabiendo que yo lo odiaría, o has cambiado y te has malacostumbrado a que ella no lo odie, te has acostumbrado a estar en esa relación cómoda por la que nunca luchaste, te has acostumbrado a que ella lo haga todo, mientras te justificas infravalorando su trabajo, sus estudios, su tiempo y su amor. Y hoy eres una persona de lo más conformista, el día menos pensado te veo casándote por la iglesia, bautizando a tus niños y llevándoles a estudiar a un colegio de curas, lo que siempre negaste.

Así que te doy las gracias por hacerme ver, con este cambio tan radical, que la gente cambia, o que la gente no es lo que parece. Te doy las gracias porque hoy sé que estaba equivocada cuando creí que lo nuestro podía ser para siempre. Te doy las gracias por hacerme tan fácil el no echarte de menos, por anestesiar y anular lo que sentía cuando pensaba en ti y seguías siendo lo que más quería en el mundo. Te doy las gracias porque si no hubieses cambiado tanto es posible que en algún futuro lejano hubiese echado de menos lo que tuve contigo pensando que no iba a encontrar nada mejor. Hoy, eso es imposible.

Gracias por todo, mi amor. Te deseo que seas muy feliz.

Muchos besos,

Estrella

mi primer amor

Leyéndo un antiguo post de Su he recordado lo que sentí yo la primera vez que fui consciente de enamorarme, creí estar muriéndome poco a poco de dolor cuando ese chico se fue de mi vida. Me enamoré de un amigo mío de clase, era alto, moreno, de piel clara y ojos verdes, de voz grave y misterios y con andares desgarbados, que desde entonces me encantan. Nos llevábamos bien, y yo me enamoré locamente, él se fue de la ciudad y me pasé un año llorando, lloraba todos los días, al levantarme por las mañanas, al acostarme por las noches, y muchas veces a media tarde si me sentaba a estudiar, no podía dejar de pensar en él, de pensar en cómo sería mi vida si él no se hubiese ido.

Me acuerdo de la descripción que dio en un capítulo de compañeros Isabel: "¿enamorarse es que lo último antes de dormir sea acordarse de esa persona y lo primero al despertarte? ¿enamorarte es sentir mariposas en el estómago cada vez que le ves? Pues eso siento yo" Pues yo sentía mariposas y enjambres enteros de abejas. Era lo primero de lo que me acordaba al despertarme, y de lo último al acostarme, pero también de lo que me acordaba todas las horas del día, también con lo que soñaba.

Lo pasé muy mal, cuando me ponía a llorar no podía parar, ni el que me fuesen a ver mis padres con los ojos hinchados, ni el miedo a aguantar su interrogatorio me hacían dejar de llorar, sorprendentemente no se dieron cuenta nunca. De hecho, pese a ser una de las cosas más importantes de mi vida, y a llevarme muy bien con mis padres por aquél entonces, siempre lo vieron como una chiquillada sin importancia y ni siquiera creo que lo recuerden. Eso hizo, entre otras cosas, que me empezase a no llevar bien con ellos.

Yo tenía trece años, lo viví muy joven. Me costó muchísimo superarlo, pero lo superé siendo pequeña. Me di cuenta de que empezaba a estar superado poco después de una conversación de mi prima, hablaba de un chico ciego, y ella decía que si tenía que ser ciega le gustaría nacer ciega y no perder la vista y acordarse de cómo era ver, y yo dije que no, convencida de que yo prefería lo contrario. Y días después se me ocurrió la comparación con mi enamoramiento. Lo estaba pasando fatal, acordándome de algo perdido, pero de algo que prefería haber vivido que vivir sin conocer. A partir de ahí desarrollé cierto orgullo de mi dolor, y poco a poco fui viéndolo como una experiencia más, única, pero pasada.

Fui consciente de que nunca iba a querer a nadie así, de que me podría enamorar pero que nunca sería tan doloroso, igual que nunca había sido tan feliz como por pequeñas tonterías como cruzarle y que me mirase y me sonriese, o como estar tumbados en la yerba y él contándome historias de miedo, con la voz susurrante, y aún más grave. Tengo un montón de recuerdos de esa época, y todavía hoy al recordarlos, me dan ganas de llorar, de llorar por la niña inocente que yo era en esa época, y a pesar de ello, por los grandes sentimientos que ya me entraban en el cuerpo, por lo que tuve que pasar que nadie entendía, a la gente de mi edad no le había pasado, y a los mayores les parecía chiquilladas, por todas las lágrimas que me cabían en el cuerpo, y por todas las que no me cabían y tenía que llorar todos los días.

Años más tarde me lo crucé por la calle, yo iba en coche y lo reconocí al pasar, todavía no entiendo cómo, pues yo no estaba mirando para él, pero sabía que era él. Cuando bajé a la calle fui a saludarle y estuve un minuto hablando con él, pero me tuve que despedir porque creí que se me iban a doblar las piernas y me iba a caer, me marché apoyada en mi hermana porque no podía casi andar. Estuve todo el día emocionada, con ganas de llorar y reír, me volvieron todos los recuerdos de un golpe, y no sabía qué hacer con ellos. Meses más tarde me lo volví a cruzar, un viernes por la noche, y estuve un rato con él, no me gustó nada en la persona en la que se había convertido, pero le miraba y veía al chico que yo conocí de pequeña. Me pasé toda la noche callada con mis amigas preguntándome qué me pasaba, les conté que me lo había cruzado, pero no podía contar más, no tenía palabras para describir otra vez esa emoción. Nunca más le he vuelto a ver, y hoy ya no me acuerdo casi de él, ni de las emociones que me provocó. 

Y me volví mayor, fui consciente de que eso era un cambio, de que nunca iba a volver a vivir nada así, soy consciente de que hay penas que duelen, pero nadie se muere de dolor, o por lo menos yo, creo que no soy capaz.

regreso al pasado

Me he encontrado en el blog de Cora un artículo muy interesante y me he apuntado, así que aquí va lo que me ha salido para decirme a mí misma con 14 años para que sepa lo que le (me) espera...

No te preocupes que vas a empezar a ligar mucho en el momento en que te empieces a poner lentillas, y además vas a tener ocasión de pasarselo por las narices a alguna de tu colegio, que en su día te tocó ella las narices a ti, pero tampoco te va a resultar tan enorgullecedor.

Vas a ver como te cansas de los rollos para salir con el tío con el que menos deberías, en ese momento no te preocupes por lo que te digan tus conocidos, que la que sabes lo que hay en la relación eres tú, y déjale, que no se va a suicidar, por mucho que te amenace con ello. Ten en cuenta que vas a quedar como la mala tú, pero es que es lo que les suele pasar a las mujeres independientes en círculos agobiantes con poco aire, no te agobies tú por ello. Además unos años más tarde te lo vas a encontrar, y tras unos minutos nerviosa vas a acabar hablando con él y veréis como los dos habéis encontrado a vuestras parejas perfectas, él a una chica más celosa que él, que le va a echar la bronca por llegar tarde a comer por estar hablando contigo, (su gran EX), y se va a dar cuenta de lo que hay. Y tú estarás saliendo con un rojo más rojo que tú, yendo a manifestaciones y follando y haciendo el amor con mucha calidad y mucha cantidad. Se despedirá con un abrazo y tú te quedarás flipando, porque no le guardas ese cariño que parece que él sí, tras haberte criticado por todas las esquinas... vueltas que da la vida.

Además vas a encontrar la respuesta a la pregunta de tu vida, si el amor se puede apagar sin más, como una vela, y será afirmativa, pero más tarde vas a encontrar a una chica de un blog (digamos que un blog es algo de ése  mundo de internet que te parece un tan gran invento pero del que aún no conoces casi nada) que dice que luego renace de sus cenizas, así que el misterio del amor siempre estará ahí.

No te agobies tanto por lo que te digan tus padres, piensa que en unos años estarás viviendo en Madrid y como si quieren decir misa. Pero eso sí, por un consejo que no les deberías de haber escuchado, vas a acabar haciendo una carrera que te va a costar sudor y lágrimas. Así que baja del pedestal en el que tienes montada a tu inteligencia, y fíjate en los grandes bajones de autoestima que te produce el conservatorio, cuando no te salen las cosas, porque en el futuro va a ser eso lo que más frecuentemente te pase, así que tarde o temprano te vas a tener que acostumbrar. No te martirices pensando en si dejas la carrera y te cambias a otra, porque te vas a quedar allí y la vas a acabar, o por lo menos eso parece. Aprovecha para almacenar mil recuerdos bonitos de la gente a la que conociste allí, que al final la vida es eso, recuerdos y gente.

Intenta no agobiarte demasiado ni pasarlo mal en tus viajes al extranjero, fuera de casa, a aprender idiomas tú solita, porque después te van a ser de mucha ayuda y estarás orgullosa de parecer bilingüe.

Sé segura pero no recubras de chulería tu inseguridad, que  puede que ser inteligente sea mejor que ser la más popular de la clase, pero ya estarás más cerca de lo contrario, porque un día, en la universidad, dejarás de sacar buenas notas pero encontrarás a gente con la que no te sentirás un bicho raro, mejor dicho, con la que sentirás que todos sois antiguos bichos raros, a cual más, a eso lo llamarás ser frikiy y estaréis orgullosos de ello, si hasta os harán un día del orgullo.

Fíjate en M&M's, ¿ves los bares a donde van que no te gustan porque prefieres ir a la discoteca? Luego no necesitarás integrarte en ningún grupo y descubrirás que te gustan muchísimo más ése tipo de antros oscuros. De hecho estarás como loca por encontrar a alguien que quiera pisar los de tu pequeña ciudad, para no aguantar la canción del verano cada vez que vuelves a casa de tus padres.

Como ya empiezas a intuir acabarás estando con chicas, de hecho, no pierdas a tu amiga Ella, por muy mala racha por la que estéis pasando, porque empezarás a descubrir todo lo que hubo bajo vuestra amistad, y tendréis alguna noche muy bonita, pero de éste terreno no te voy a contar mucho, porque a mí misma me queda tanto por descubrir...

No te preocupes tanto por si pierdes o no a Ita, vas a ver como al final no la pierdes, aunque ahora creas que lo está haciendo mal y pasa de ti. Acuérdate de lo bien que se portó en tu primera depresión, hace no tanto, y además a ella se le está juntando esto con la edad del pavo, que por ser la sensata de la pareja (ya que tú eras la loca) no la vivió a gusto. Y ya verás la de gente que te queda por encontrar que en cuanto tiene pareja se olvida de los amigos. Pero a ella la vas a guardar, de hecho vas a ser la única amiga que le quede del colegio, tras volverse un pack con su novio, así que guárdala con cariño.

Mira a tu hermana con otros ojos, porque se va a portar fatal (pero que muy muy mal) en el futuro, y todas las broncas que te has ganado de tus padres por ponerte de su lado van a perder el sentido, así que no seas tan pardilla y deja que se las arregle sola de vez en cuando, que le vendrá bien y así no te sentirás tan mal el día que veas que ella ahora está del lado de tus padres, o tus padres del de ella y estarás tú sola en las discusiones.

Y sobre todo, no olvides nunca que te quiero mucho, que pase lo que pase te quiero, y que te quieres tú también, nunca te dejes a nadie que te lleve a un punto donde pienses lo contrario, porque esto es lo mejor que te puede pasar.

el fuego

Recuerdo una vez en que se había incendiado un campo que había cerca de un sitio en el que me encontraba en esos momentos con mi familia, que no recuerdo donde era, y mi tía comentó que qué bonito era el fuego, que te hacía mirarlo y te hipnotizaba, y mi madre, que siempre ha sido de campo, dijo que le parecía una atrocidad esa frase, que el fuego no era bonito, que abrasaba todo lo que había en su camino, animales, árboles, plantas... Cuando eres pequeño el fuego te parece una atrocidad, te lo han explicado en el colegio, que sin zonas verdes no se puede vivir, que España esta volviéndose un desierto, que en la edad media una ardilla podía cruzar España sin bajarse de los árboles y hoy ya no es posible, que si no hay plantas te mueres porque no hay nada que te dé oxígeno, pero es cierto que mirar ya no un fuego, sino simplemente una llama, de una vela, hipnotiza... pero aún así nunca encontré a nadie en mi clase con tendencias pirómanas, y eso que éramos brutos, ni a nadie que dijese lo contrario a lo que estaba contando el profesor, o que quemar fuese bueno para algo. Incluso había juegos sobre cómo hacer que no se extendiese un fuego, o precauciones a tomar en los bosques, como cortafuegos, que salían los ganadores provinciales a jugar a nivel de comunidad y los finalistas a jugar una partida nacional y había un premio y todo.

¿por qué si de pequeños el fuego nos parece una atrocidad de mayores somos más egoístas y sólo miramos por nuestros intereses y hay gente que prende fuegos para construir ahí casas después? Es cierto que los niños son muy crueles, pero también miran la vida de otra manera, y esto muy pocos niños hubiesen dicho de pequeños que de mayores estarían haciendo eso, ¿tanto nos deshumanizamos al crecer?

Otro de mis recuerdos del fuego de pequeña era de un verano, estábamos en casa de mis abuelos, y enfrente había un terreno deshabitado, donde íbamos a jugar a veces, y a cazar saltamontes (no les matábamos ¿eh?, que luego les dejábamos marchar, aunque bueno, hoy no esté orgullosa de eso). Un día se prendió fuego a eso y recuerdo a todos los saltamontes de ese terreno que salieron a la carretera, estaba llena de insectos de todo tipo, es una imagen increíble, porque se les estaba quemando todo, el lugar donde vivían, huían para no morir ellos también, y recuerdo la sensación de verles a todos escapar, y de aprovechar que ese día los saltamontes venían a nosotras para cazarles y como resultó extraordinariamente fácil, como si pudieses sentir el miedo que tenían y el agotamiento por haber escapado al fuego como para darles igual caer en nuestras manos.

Hoy no me puedo creer lo que está pasando en Galicia, una de las zonas más verdes de España, y una de mis preferidas, a las que tengo un cariño especial. No puede ser casualidad que haya habido tantos fuegos en una zona verde, por mucho que España ya no sea muy verde hoy en día. No me puedo creer que haya 122 fuegos activos todavía, no me puedo creer que el 80% de los bosques se haya quemado, no me puedo creer que las llamas estén al lado de Orense... no puede ser verdad, tiene que estar siendo todo una pesadilla, pero me temo que no es así, que es muy real el dolor que siento al pensarlo como para estar soñando.

Artículos del país aquí y aquí

Más posts en blogs sobre el tema: Sari (en dos equalizadoras) y PSue

el peor enemigo de una mujer...

De pequeña yo nunca había oído esta frase, pero me hubiese encantado, porque estaba bastante de acuerdo con ella. No me llevaba muy bien con la gente de mi colegio, excepto con Ella, pero con las chicas era mucho peor, tenían mucha más maldad, mejor dicho, eran más complejas en su maldad, a un chico o le caías bien o mal, pero a una chica a la que caías mal podía venir un día a hablar contigo por el interés y dejarte totalmente descolocada, y un chico no hacía eso, o no te criticaba por la espalda, aunque sí que se metiese contigo. Me parecían más llanos ellos.

Creo que es porque las mujeres hemos desarrollado más la capacidad de leer en los gestos de los demás, y así siempre eran las primeras en calarme y hacerme daño, cuando los chicos vivían más tranquilos, en su mundillo, si hablabas con ellos y no eras desagradable no tenían nada contra ti, pero eso no pasaba con las chicas, que siempre le buscaban las cosquillas a todo.

Luego llegué a mi instituto, bastante pijo, me dí cuenta de lo falsa que era la gente, de lo mucho que les gustaba aparentar a todos, y volvían a ser las chicas las peores juezas de las que entrábamos nuevas. Y seguían sin convencerme mucho las chicas, prefiriendo los chicos para hacer amigos. Las chicas eran las más preocupadas en ser de las guays, a las chicas nos educan para aparentar, porque nuestra educación es mucho más estricta que la de los chicos, nos educan para vivir la vida dependiendo de cómo nos vayan a ver los demás.

Pero ya me he hecho mayor, ahora tengo unas amigas magníficas que no tienen nada de mala leche, que son intrínsecamente buenas, porque no se van a molestar lo más mínimo en hacerme nada malo. Porque si pecan de omisión es por olvido, porque no hay que buscarles la mala intención a lo que hacen porque no la hay.

Y ahora oigo esa frase, o oigo: "esas típicas cosas que os hacéis las chicas" refiriéndose a insultos velados, o sonreír a la cara para criticar a la espalda, y me enfado: "a ver, ¿me has visto alguna vez haciendo eso?, no, ¿no?, ¿y a alguna de mis amigas?" Ninguna hacemos cosas así, a veces nos hemos ganado el apodo de chicas raras, por la gente que se cree que hacer eso es lo normal entre nosotras. Si puede ser cierto que no soy la persona más normal del mundo, pese a que no me creo rara, pero supongo que en muchos aspectos no hago las cosas de la mayoría, no me quiero casar ni busco una pareja estable, no veo el diario de Patricia ni Crónicas Marcianas, de hecho ¡no tengo tele!, no escucho a Bisbal ni me gusta el reggeaton ni OT, sino que principalmente me gusta el rock antiguo, no soy heterosexual... Digamos que no pertenezco a las mayorías, pero eso no quiere decir que sea rara. A estas alturas de mi vida he encontrado muchas cosas que nunca hubiese imaginado de pequeña, que hay chicos muy sensibles, más que muchas chicas, que hay chicos de ir contando chismes a las espaldas de la gente, que hay infinidad de chicas que no lo hacen, que hay muchas chicas que esperan más de su vida que un buen marido con un buen sueldo, unos hijos y una casa de vacaciones...

Ahora creo que la mejor amiga de una mujer es otra mujer, casi cualquier chico es machista, sim plemente porque es algo contra lo que no ha tenido que luchar y no se ha planteado. Ahora las únicas personas a las que les puedo contar que nos educan de manera diferente, a nosotras para vivir la vida de los demás, a ellos para vivir la suya propia, es a las chicas, un chico da eso por supuesto, para él y para todo el mundo, porque la vida le ha venido más fácil, más a su medida.

Hoy siempre defiendo que la mejor amistad es la que hay entre mujeres, puedes salir de fiesta y saber que no te va a dejar tirada para irse a ligar sino que ha salido por estar contigo, que puedes llamarle y contar todo lo que se te ocurra, que tu amiga te va a a aguantar, puedes hablar de tus problemas sin ningún tipo de reparo y ella te va a comprender y ayudar, yo hoy por lo menos sé que puedo contar con ellas.

 

rabia

Yo antes tenía muy mala leche, y digo antes porque ya no la tengo. Se puede dejar de tener mala leche, no sé como pero se puede, igual que se puede dejar de ser una niña romántica, por eso digo lo de que creo que me estoy tranquilizando mucho últimamente.

Yo de pequeña siempre que lloraba era de rabia, puede que mezclada con algún otro sentimiento, pero era de rabia. Si me caía y me dolía además lloraba de rabia por lo vergonzoso de la caída. Si discutía mucho con mi madre lloraba, además de por pena, de la rabia que me daba ser una incomprendida. Si lloraba por el chico del que me enamoré, lloraba de rabia por no poder verle...

Eso todavía hoy me sigue pasando, hace poco estuve discutiendo con un revisor de tren porque nos quería cobrar de más, y nos acabó cobrando de más, y cuando dio por terminada la discusión y se dio la vuelta estuve a punto de llorar de nuevo de rabia. Pero ahora ya suelo llorar por otras cosas, de tristeza, de alegría, de dolor...

Cuando era pequeña sólo sabía llorar de rabia porque ése era el sentimiento que más a menudo tenía, cuando algo me salía mal no se podía hablar conmigo, porque estaba cabreada. Eso sí, yo avisaba, hoy mejor ni te me acerques porque estoy enfadada y voy a acabar discutiendo contigo y no quiero. Como la gente es así de generosa, todo el mundo intentaba descabrearte, cosa que era prácticamente imposible en mí, porque aún me daba más rabia que la gente intentase quitarle importancia al motivo de mi cabreo, y me enfadaba cada vez más.

Tiempo después, no sé exactamente porqué, dejé de lado mis cabreos por otras cosas que no tenían que ver con esa persona para hablar con ella. No sé exactamente cómo lo hice, ni qué fue lo que me acabó de empujar a ello, supongo que el no estar de acuerdo con esa situación y parecerme injusta, pero no sé cuál fue la gota que colmó el vaso. Sólo sé que si el cabreo era por otro lado intentaba no pensar en ello y me decía algo así como que ya lo pensaría luego, y que eso no era de la incumbencia de la persona con la que estaba en ese momento. Sí que recuerdo que al principio coincidió con una época en la que hablé mucho menos, algo raro en mí, que soy muy habladora, pero el no hablar de lo mío me dejaba tiempo para no indignarme y no discutir. Luego recuperé mi afán por hablar de todo y de nada, pero no he vuelto a pagar con alguien con quien no le toca un problema mío.

Sólo hay una excepción a lo que cuento: mis padres. Son las únicas personas capaces de cabrearme en 2 segundos y con las que tengo discusiones a voces (mi hermana también, pero con ella no pago nada que no sea sólo culpa de ella). Cada vez que me sacan el tema de mis estudios no me puedo controlar, me cabreo, porque lo hacen sabiendo que es mi punto débil, y encima me siento mal porque son ellos los que me los están pagando y que no obtengo lo que esperan de mí, y me cabreo, con lo cual me dan unos ataques de rabia increíbles. Esto sí que no sé cómo cambiarlo, y me temo que tendré que esperar a acabar la carrera para poder hacerlo.

EDITADO: he decidido poneros por qué he llorado hoy. Realmente me acabo de acordar de una cosa, pese a que no soy muy escrupulosa, y nunca me han dado miedo las películas de terror, no he sido nunca capaz de ver escenas de guerras sin llorar, y estas veces no era de rabia. Si había alguna en alguna peli tenía que cerrar los ojos. Hoy me he obligado a ver esto, que lo encontré en la página de Lucía Etxebarria sobre el Líbano, por llevar todo este año desconectada de las noticias, casi no había visto nada:

del amor, viendo el último suspiro

Ayer estuve viendo el último suspiro (Lost and delirious, en versión original) cuenta la historia de dos chicas que se enamoran en un internado, y cómo lo vive y reacciona cada una. Ése es el resumen corto, no podría contar más sin fastidiaros la peli. Me ha encantado como expresaba los sentimientos de cada una, y me he encontrado dándole vueltas a cómo ha cambiado mi concepto del amor.

Ya he contado muchas veces que yo era muy romántica de pequeña, que me encantaban las historias de amor, las canciones pastel y todo ese tipo de cosas. Mi idea del amor era la convencional, la que nos intentan contar los cuentos, la del chica que encuentra chico, se enamora, y lo dejan los dos todo para vivir el amor y la vida juntos, idea que hoy por hoy no me convence lo más mínimo.

La primera vez que me enamoré ni siquiera fui capaz de darme cuenta, porque resultó que me enamoré de una chica, algo para lo que nadie me había preparado. Era la persona que yo más quería, tenía por ella una especie de adoración, creo que parecida a la que ella tenía conmigo. Me ha hecho sentir de todo, amor, celos, nostalgia, rabia, dolor, cariño, amistad... Lo que tuvimos fue precioso, y me alegro de que lo que tengamos ahora también lo sera. Pero tuvieron que pasar muchos años hasta que fui consciente de que me gustasen las mujeres, y algún tiempo para que me plantease que la ilusión que me hacía volver a recuperar el contacto con ella no era sólo por amistad, y todavía algún otro en empezar a recordar lo que yo sentía de pequeña por ella, identificándolo, esta vez sí, correctamente.

Me enamoré después de otro chico, que se marchó de mi ciudad, y al que tardé dos años en volver a ver (me lo encontré de casualidad), con el que tuve el corazón realmente desgarrado, todo lo desgarrado que se pueda tener. Yo seguía siendo muy pequeña, y seguía creyendo en ese amor romántico, y lo sentí, pero nadie se lo quiso creer, todo el mundo despreciaba lo que yo sentía porque me creía muy pequeña para sentir algo tan grande, sólo tuve una amiga que me apoyase en esa época en la que lloraba todas las mañanas, todas las noches, y muchísimas tardes pensando en él y en lo que había perdido. Mi amiga no entendía (y ya no sé si lo entenderá alguna vez), pero veía por lo que yo estaba pasando, no sabía que decirme, ni cómo ayudarme, pero ahí estuvo, y siempre pude llorar con ella, que es mejor que llorar sola.

Aquí me empecé a controlar mis sentimientos, intenté volverme fría y calculadora, pero la música que escuchaba me traicionaba, todas las canciones de amor que se pudiesen escuchar era la música que yo tenía, era lo que me hacía sentirme viva, por lo que yo había vivido pese a estar rompiéndome en mil pedazos todos los días, cada vez que yo lloraba.

Con el tiempo esto se fue pasando, tras un año llorando empezaron a llegar días donde lloraba sin ganas, hasta que llegó un día que no lloré, y lo mejor, que ni siquiera fui consciente de que no había llorado. Años más tarde dejé de escuchar esa música porque para triste ya estaba la vida, y la última vez que me recuerdo llorando por esta historia fue en primero de carrera, escuchando la canción Recuerdo de Ismael Serrano, me censuré al pobre Ismael y no he vuelto a llorar por eso.

Después me volvi a enamorar, de mi GranAmor, con el que la vida era relativamente fácil, por lo menos no tan exaltada como yo la había vivido antes. Me enamoré de una manera más madura, más consciente de lo que éramos, lo que pretendíamos ser y cómo lo conseguíamos. Pero me desenamoré, y encontré la respuesta a la pregunta de mi vida, si el amor se evapora, y era afirmativa. Volví a las depresiones, y a llorar, pero ya no era lo mismo, yo ya no era la adolescente romántica que vivía a medio camino entre los libros de Dumas y las canciones de Maná, por mucho que me sigan gustando ambos.

Poco tiempo más tarde recuperé a Ismael Serrano, al que le añadí Silvio Rodríguez, y aunque haya canciones que me parezcan tristes no lloro escuchándoles, porque están llenas de vida y llenas de ideales, pero esto es otra historia para otro día.

Y así soy ahora, no me controlo para sentir, pero ya no me veo capaz de grandes emociones en mi sentimientos, no descarto volverme a enamorar, pero sospecho que ya no será como ninguna de las veces anteriores, ni tan inocente, ni tan romántico, ni tan ideal. Me hace gracia la gente que cuando le comento que no creo en el amor (en el que nos han contado, está claro que en el amor eterno pero que caduca en un año sí que creo) me contesta "ya verás cuando te enamores, yo antes era así", y lo único que me sale es mirar a esa persona con una sonrisa condescendiente pensando: qué poco me conoces para ser capaz de pensar que nunca he estado enamorada, yo, que hubiese dado la vida por mis tres amores, y mil cosas por otros mil amantes. Pero debe de ser que me he hecho mayor y la gente se tranquiliza al madurar, y yo me he calmado, pero no me lo creo, no me veo tranquila, simplemente tengo la sensación de que en este terreno he vivido muchas emociones, y aunque estoy segura de que me quedan muchas por vivir, ninguna va a ser ya por primera vez.

mi madre

Sé que me meto mucho con mis padres, que les critico muchas cosas, sobre todo a mi madre, pero también sé que nadie les enseñó a hacerlo mejor, y también a la que más cariño tengo es a mi madre.

No tuvo una vida demasiado fácil, para esa época, estudió, lo cual está genial, y se puso a trabajar joven, y aunque tuvo varios novios, no tenía ninguno serio, y mi abuela le echaba la bronca diciéndole que no se iba a casar, que por haber estudiado una carrera nadie la iba a querer para casarse con ella. Apareció mi padre, y se casó con él con 30 años, para su época es todo un reto.

Además mi madre siguió trabajando, aún después de tenernos a mi hermana y a mí, y encima trabajaba fuera de la ciudad, con lo cual nos veía relativamente poco (pero mucho en comparación con esoso padres que llegan a las 10 de la noche y ponen a sus hijos delante del televisor para que no les molesten en su rato de descanso) Mi madre nos quiere mucho, y nunca se va a perdonar el no haber estado con nosotras cuando éramos pequeñas, cuando, al contrario, yo estoy orgullosísima de que ella trabajase, y aún así pasase mucho tiempo con nosotras, yo de pequeña la adoraba.

Pero ella se sentía culpable, y no se le puede decir nada, porque se va a sentir mal y piensa que le criticas todo lo que hace, sólo porque ella sí se lo critica. Una de las veces que se puso en plan víctima no me queréis me criticáis todo, me salió decirle que necesitaba un psicólogo porque estaba paranoica, y creo que, sin querer, acerté.

Pero mi madre es muy exigente, y todo lo que se exigió ella nos lo quiere exigir a los demás, tenemos que ser las niñas perfectas, y mi hermana hace ya mucho tiempo que pasa de nuestra familia, por un oído le entra y otro le sale, que diríamos, pero yo no puedo. Quiero reconocer el esfuerzo que mi madre ha hecho, pero tampoco quiero que me ahogue con sus comentarios, y en vez de pasar prefiero llevarle la contraria.

Mi madre, por culpa de su madre, que era mucho peor, tiene que tener el control de todo, hay que vivir de acuerdo a sus reglas, el problema es que es muy difícil, porque a ella la educaron con la dictadura, en el machismo más feroz, y aunque se rebelase, y sea una persona muy liberal, en el fondo se sigue creyendo en lo que le enseñaron, aunque sea consciente de que no era lo correcto, pero lo del fondo tira, así que no es una persona nada consecuente.

Y yo no me puedo poner camisetas escotadas, ni faldas cortas, ni ser promiscua, ni no querer casarme y no tener hijos, ni querer marchar de la ciudad y no estar con ella todos los días, ni gustarme estar sola, ni tener amigas, ni dejar de contarle las cosas aunque no las vaya a entender.

Les estoy muy agradecida a mis padres por todas las cosas que me han enseñado, porque aunque cuando éramos pequeñas no teníamos mucho dinero, y no íbamos mucho de vacaciones, mis padres nos hacían salir todo lo posible, para enseñarnos cosas, para que apreciásemos la naturaleza, pero también la arquitectura. Para que nos gustase la cultura, los libros, el teatro, las películas. Nos apuntaron a todas las clases que quisimos, pintura, cerámica, idiomas, música, teatro, a campamentos y a deportes... me enseñaron a adorar la lectura, y me despertaba los fines de semana con música clásica a todo volumen en mi casa. No nos mandaban hacer casi nada de casa, estábamos mucho tiempo fuera en clases, y luego teníamos que jugar en la calle o que estudiar si teníamos algo que hacer.

Pero a mi hermana no consiguieron inculcarle la mayoría de esas cosas, no sé porqué. Lo peor es que no tiene conciencia de grupo, no es capaz de hacer nada por nadie en mi casa, y tampoco tiene unas grandes inquietudes, si no es por ver la tele sin que se le pueda ni dirigir la palabra, o jugar al ordenador. No sé si fue porque estuvieron menos con ella, al ser la pequeña, si porque yo no conseguí enseñárselo tampoco, que era algo más mayor e igual debería haberlo hecho, o si fueron mis abuelos los que nos cuidaron de pequeña, que la mimaron demasiadoy no le inculcaron ningún tipo de deber para con los demás, o qué, pero mi hermana se ha convertido en una persona totalmente egoísta y manipuladora.

Pero mis padres ni quieren verlo, no pueden asumir que una hija no les salió como querían, y la excusan en todo. Conmigo tampoco pueden asumir que no salí como querían, no soy perfecta, pero como eso es lo que ellos quieren para mí, no hacen más que recordarme cada poco mis defectos, para que los mejore, como dicen ellos, y soy bajita, o me sobran kilos, o tengo las piernas cortas, como comentan de vez en cuando con pena, y soy la ingeniera, la que no aprueba todo, a la que toman el pelo si hace alguna tontería, porque ¡menuda ingeniera! y soy la insensible porque no haya estado con un chico mucho tiempo nunca, y soy la loca porque me apetezca moverme por el mundo, y ser independiente, pese a que todas esas cosas me las enseñasen ellos.

Y aunque les reconozca todas esas cosas que me enseñaron, de las que estoy agradecidísima, nunca podré decirles algunas de las que hicieron, o están haciendo mal, porque se van a poner a la defensiva, porque lo hacen por mi bien y no les comprendo, y así no podrán ser nunca mis mejores amigos, como ellos pretenden.

mi infancia

La verdad es que ayer escribí deprisa, porque estaba contenta y tampoco quería pasarme mucho rato delante del ordenador y no me expliqué muy bien, pero veo que lo fundamental se entendió, que soy muy feliz, y hoy voy a escribir porqué puse lo del karma, o lo de mi infancia.

Yo siempre me he considerado una persona feliz, quitando en esas épocas de depresión que he tenido, soy una persona feliz, aun con todas las cosas que me han pasado, y por eso pienso que la felicidad es más un optimismo interior que hay personas que tienen y otras a las que les cuesta más.

Yo de pequeña era una niña bastante acomplejada, era la empollona de la clase, pese a que nunca tocaba un libro de estudio fuera del horario escolar, los deberes me daba tiempo a hacerlos en clase, y lo que había que estudiar lo leía antes de salir de allí, o al llegar al día siguiente y se me había quedado. Ahora ya no puedo hacer nada parecido, es por eso por lo que me siento tan mal conmigo misma en mi carrera, porque me siento muy tonta, porque no estaba acostumbrada a tener que currarme algo tantísimo.

Pues era la empollona de la clase, la que tenía gafas, a la que se le daba mal el deporte, lo cual era mentira, no se me daba mal y siempre me ha gustado hacerlo, pero eran casi los únicos profesores que me tenían manía y a los únicos a los que no me sentía capaz de enfrentarme para demostrarles que no era así. Ese era mi problema, que había muchas de las que no me veía capaz, y tardé mucho tiempo en darme cuenta de que la mayoría no eran así, era algo que me habían metido en la cabeza sin ser cierto.

Por ejemplo, siempre he pensado que era una persona totalmente incapaz de tener relaciones sociales con normalidad, me daba vergüenza hasta pedir algo en una tienda, me daba vergüenza hablar pensando que iba a decir algo mal, ¿pero qué se puede decir mal?, ¿me das un kilo de tomates se puede decir de manera tan incorrecta como para tener vergüenza de preguntarlo? Pues yo la tenía, ya se habían reído de mí muchas veces sin haber dicho nada raro. Estaba acostumbrada a ser la persona con la que se metiesen los demás, y ahora en cambio soy la típica persona que siempre se dirige a los camareros, muchas de mis amigas casi no se atreven, o a preguntarle algo a alguien por la calle si no encuentro el sitio al que quiero ir, o que no tengo reparos en pararle los pies a alguien que me está tocando las narices. Pero el problema es que si te convences de algo, si te quedas con un complejo, al final actúas con tanta timidez y miedo que se convierte en real.

Pero por otra parte tenía una personalidad fuerte, por ejemplo siempre me parecieron muy estúpidas las historias de chicas hablando de tonterías chicos, o de lo bueno que estaba Leonardo di Caprio (¡pero cómo va a estar bueno, con la carita de niño mimado que tiene!), o que al llegar a los 12 años ya de lo único que se preocupaban era de que les gustase algún chico, creyéndose mayores, y yo seguía jugando con mis legos tan tranquila, ignorando sus comentarios, sabiendo que lo otro tampoco me llenaba, aunque me hubiese encantado que me gustase un chico y salir con él, no estaba yo para ponerles ojitos a ninguno de los chicos que conocía. Antes me creía infantil, ahora veo que era cierta madurez de no hacer las cosas porque los demás las hacen, para estar en el grupito. De hecho sigo siendo así, las conversaciones del "jo, tía, no me hace caso, qué hago" nunca me han parecido muy interesantes y ahora seguiría escogiendo jugar al lego, que me parece el mejor juego del mundo, que estar metida en una de ellas.

La verdad es que el problema fue que me metieron en un papel que no era totalmente el mío, pero del que yo no quise salir, en parte porque me daba vergüenza y me lo creía, y por otra parte porque había algo de verdad, porque lo convertí en verdad. Mi forma de defenderme era despreciarles a ellos como me hacían a mí, y creo que había parte de sentimiento de superioridad y de envidia por las dos partes, ellos me envidiaban por no necesitar estudiar para tener buenas notas, y me despreciaban por empollona autista, yo les despreciaba por no valorar la inteligencia o la cultura, y les envidiaba por sus muchos amigos. Ahora no desprecio a nadie, pero tampoco tengo necesidad, no me siento atacada ni acomplejada por ninguna cosa de ésas.

A pesar de todo yo la tenía a Ella, a mi mejor amiga, a la mejor amiga que se pueda tener, porque aunque ella estaba más integrada en la clase que yo, de hecho lo estaba totalmente, seguía siendo mi mejor amiga sin dudarlo.

Pero siempre he arrastrado ese lastre, el de creerme mala para las relaciones sociales, el patito feo que no va a gustar a nadie, la persona que queda mal en un grupo, igual por eso me cuesta hacer amigos el primer día que llego a un sitio. Pero lo bueno de haberme movido tanto es que el día que llegué a un sitio en el que nadie me conocía empecé a construirme mi propia personalidad, más verdadera que la anterior, y así fue mi instituto, no era la persona más integrada, pero no era la rara. Ayudó el que fuese un instituto privado donde se valoraban mucho las notas y sólo se despreciaba al empollón si se portaba mal con los demás, algo que yo nunca he hecho, y me fue bien. De hecho, en mi instituto la gente más admirada eran los empollones, y aunque yo tampoco estaba en ese grupo, tampoco estaba en el de "gente para reírse". También fue la época en que comencé a ligar, y, en contra de mis creencias, no me iba mal, de hecho ligaba bastante.

Y al llegar a Madrid, conociéndome cada vez más, y liberándome de mis vidas anteriores, no tuve demasiados problemas para hacer amigos, ya nunca me marcó ningún estigma especial, y así soy ahora, no soy la persona más agradable dulce y encantadora del mundo, pero no caigo mal. Nunca ha habido nadie a quien le haya hecho daño aposta, y así ahora el karma me puede recompensar por mis años de complejos, a los que no sé si habrá puesto el tiempo en su sitio es a los que se rieron de mí sólo por ser diferente, a los que me hicieron tener que inventarme mi propio mundo de sueños en el que vivir, pero hoy por hoy ya me da igual, el saber superarlo me ha hecho más fuerte.